miércoles, 25 de febrero de 2015

Un año sin Paco de Lucía


Hoy hace un año que nos dejó el genial guitarrista español, Paco de Lucía. Hoy nuestro homenaje va para este artista gaditano que emocionó con su música y que nos conquistó con su arte.

Se llamaba Francisco Sánchez Gómez (Algeciras, 1947 - Cancún, México, 2014) y estaba considerado como el guitarrista flamenco de mayor prestigio internacional. Nació en el barrio de La Bajadilla de la ciudad andaluza de Algeciras, un barrio popular y predominantemente gitano. La calle, pues, y el ser hijo y hermano de músicos, lo familiarizaron con el flamenco desde su más tierna infancia.


De su padre, Antonio Sánchez Pecino, quien se ganaba mal la vida como vendedor ambulante de telas durante el día y por la noche tocaba la bandurria en los bailes de pueblo, y de su hermano mayor, Ramón de Algeciras, aprendió los primeros rasgueos, y a los seis años comenzó a estudiar guitarra «en serio». Incluso su madre, Luzía Gomes Gonçalves, una portuguesa de Monte Gordo acostumbrada a la vez a la pobreza de su familia numerosa y a la vena artística de sus miembros, lo veía más como una inversión de futuro que como un perjuicio.

A Paco, que al igual que el resto de sus hermanos Ramón, María Lucía, Pepe y Antonio, muy pronto tuvo que buscar trabajo y llevar un sueldo a casa, le costó superar su falta de instrucción, pero cuando tuvo que buscarse un nombre artístico no dudó en apellidarlo con el nombre de su madre.



PRIMEROS APLAUSOS EN LOS TABLAOS
Como tal, Paco de Lucía comenzó a actuar a los doce años junto a su hermano Pepe (entonces Pepe de Algeciras) como el dúo Los Chiquitos de Algeciras, que cosechó el aplauso de muchos tablaos de Cádiz. Con catorce años obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Arte Flamenco de Jerez de la Frontera, y aunque parezca sorprendente, fue entonces cuando inició su carrera internacional, ya que José Greco lo contrató como tercer guitarrista de su Compañía de Ballet Clásico Español, y en seguida emprendió su primer viaje a Estados Unidos.

Para él, el guitarrista más brillante del momento era el Niño Ricardo, amigo de su padre, y quería sonar igual de bien. Luego conoció a Sabicas y a Mario Escudero y sus influencias fueron variando, pero éstos le aconsejaron que buscara su propia forma de tocar, su estilo. El problema era que "para uno era un modo complicado de decir las cosas más sencillas, y para el otro un modo muy simple de decir cosas complicadas", recuerda el artista, quien confiesa haber resuelto el dilema el día en que supo que el estilo no es un punto de partida, como era su caso, sino un resultado; y, a fuerza de tocar, formó su propia personalidad.


Con la dirección artística de su padre grabó los primeros discos junto a su hermano Pepe, y posteriormente registró otros tres a dúo con Ricardo Modrego, de la compañía de Greco. Poco después conoció a Fosforito, a quien acompañó en una actuación en Salamanca, y luego a Camarón de la Isla y a Juan el Lebrijano. Con ellos se integró en un grupo compuesto también por Matilde Coral, Paco Cepero y El Farruco, con el que, contratados por los mánagers internacionales Lippman y Rau para sus espectáculos, que llamaban "Festival Flamenco Gitano", recorrió varias veces Europa durante la segunda mitad de la década de los sesenta.

Mientras tanto, animado por Sabicas y Escudero, se adentró en el terreno de la composición, y también grabó sus primeros discos en solitario: La fabulosa guitarra de Paco de Lucía (1967) y Fantasía flamenca (1969), algunos de cuyos temas tocó en 1970 en el Palau de la Música de Barcelona, en el marco de un festival internacional por el bicentenario de la muerte de Beethoven, que algunos biógrafos sitúan como el momento de su consagración.



LA INFLUENCIA DE CAMARÓN
Pero el guitarrista de Algeciras, entonces ya asentado en Madrid, reservaba muchas sorpresas, y aquello no fue sino un peldaño más de una trayectoria en constante evolución que marcó muchos puntos de inflexión en la historia del flamenco.

Por entonces acababa de nacer la mítica pareja Camarón de la Isla-Paco de Lucía, cuyas cualidades extraordinarias y la manifiesta y firme voluntad de convertir el flamenco en una experiencia rabiosamente viva quedaron impresas en más de una decena de discos impresionantes y en la memoria del guitarrista, que recordaría aquellos años como la etapa más bonita de su vida. Para él, la excelencia del tándem tenía una explicación muy sencilla: "Mi sueño siempre fue ser cantaor, mientras que el de Camarón fue ser guitarrista". Su música perfecta fue, por tanto, fruto de la sana envidia recíproca y la mutua admiración.


Paco de Lucía se convirtió en estrella de las listas de éxitos en 1973, con la rumba Entre dos aguas, que conquistó a un público más joven que se interesó por primera vez por la guitarra flamenca. Esto influyó además para que sus álbumes de la época, El duende flamenco de Paco de Lucía (1972) y, sobre todo, Fuente y caudal (1973), incrementaran su difusión y le valieran una fama que empezaba a exceder los límites del género.

Dos años después, su actuación "para todos los públicos" en el Teatro Real de Madrid haría historia. Un nuevo trabajo, Almoraima (1976), mostraba su voluntad rupturista y daba sobradas pruebas de una personalidad consolidada. Pergeñaba ya entonces el proyecto de formar un grupo, y lo iba a lograr unos años después. En aquella época se sentía lo bastante afianzado como para formalizar su relación con Casilda Varela tras ocho años de noviazgo, y, pese a la oposición familiar, se casaron en Ámsterdam en enero de 1977; desde entonces permanecerían unidos junto a sus tres hijos, Casilda (1978), Lucía (1979) y Curro (1983). 



NUEVOS CAMINOS PARA EL FLAMENCO
En 1981 formó el célebre sexteto con el que creó el concepto actual de grupo flamenco, con sus hermanos Ramón de Algeciras y Pepe de Lucía, Jorge Pardo, Carles Benavent y Rubem Dantas, a los que más tarde se uniría el bailaor Manolo Soler.

La formación duró muchos años, hasta el día que decidió que después de tanto tiempo todo debía de sonar igual, y primero formó un trío con Juan Manuel Cañizares y su sobrino José María Bandera, y en 1998 rehizo el septeto: reemplazó a Cañizares por El Viejín, a Soler por El Grilo y a Pepe de Lucía por Duquende. Con ellos grabó Luzía (1998), en homenaje a su madre, que acababa de fallecer. 


Luego reunió en torno a él a otros artistas: el percusionista El Piraña, la guitarra del Niño Josele, el bajo de Alain Pérez, la armónica de Antonio Serrano y las voces y palmas de Duquende, La Tana y Montse Cortés. 

Los últimos años del siglo XX fueron los más duros de su vida. La muerte de Camarón, y la interesada confusión creada en torno a los derechos de autor conjuntos con el cantaor, agravaron la úlcera que padecía y lo sumieron en una profunda depresión que el fallecimiento consecutivo de sus padres contribuyó a prolongar.


Después de un largo período alejado de la composición y recluido en su casa familiar de Mirasierra, dejó Madrid para pasar dos años en Playa del Carmen, su paraíso mexicano, donde proyectaba vivir su retiro en un futuro que anunciaba no lejano. Allí nació su trabajo Cositas buenas (2004), en el que, entre tangos y rumbas, se dan cita muchas voces amigas y la del propio guitarrista, que rescató del archivo la bulería Que venga el alba para unirse por primera vez en el canto a su "primo" Camarón.

En julio de 2004 era distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y en septiembre obtenía también un Grammy Latino al mejor álbum de flamenco por Cositas buenas, que presentó durante el año en una gira mundial marcada por su intensidad.



TRADICIÓN E INNOVACIÓN
Maestro del mejor flamenco, pionero en su evolución y su apertura a la fusión con otras músicas y otros estilos, hubo un tiempo en que sus constantes aportaciones convirtieron a Paco de Lucía en un revolucionario del género. Ciertamente su influencia fue de tal calado que puede inferirse que a lo largo de su trayectoria cambió la concepción del toque en más de una ocasión. 
Esa inquietud innovadora no siempre fue bien entendida por los defensores a ultranza de la ortodoxia del género, que al principio llegaron a causarle cierto desasosiego, si bien pronto entendió que él no podría traicionar jamás la esencia del flamenco porque lo llevaba en sus genes, e hiciese lo que hiciese sonaría a flamenco. A partir de ese momento empezó a tocar con mayor espontaneidad y a permitirse libertades inusitadas que a la postre resultaron siempre enriquecedoras.



"ENTRE DOS AGUAS", SU ÉXITO MÁS SONORO
La pieza con la que Paco de Lucía se hizo mundialmente conocido, «Entre dos aguas», fue, paradójicamente, la única de toda su carrera que creó por casualidad. Fue en los estudios de la casa discográfica Polygram en 1973. Paco estaba grabando «Fuente y caudal», su primer gran disco revolucionario después de otros en los que apelaba a la tradición, y había cuidado al milímetro la obra componiéndola durante meses.

Pero al terminar la grabación, el productor, José Torregrosa, le dijo que faltaba una pista para poder completar el vinilo. Paco no tuvo más remedio que improvisar a partir de una rumba que más o menos tenía ya perfilada, pero que todavía estaba cogida con alfileres. En sus propias guías oficiales asegura que fue "un tema de relleno".




El de Algeciras tuvo que solucionar la papeleta allí mismo, así que abrió sus oídos a cualquier cosa que le pudiera servir. Y así fue como recordó la famosa canción de Las Grecas "Te estoy amando locamente", compuesta por Felipe Campuzano, que le había escuchado a las hermanas de Valladolid en los garitos madrileños. Basta con tararear el inicio de "Entre dos aguas" y la canción de Las Grecas para comprobar que en ambas está la misma melodía.

Pero no fue la única referencia que cogió en aquella improvisación del estudio de grabación. Aquel mismo año Los Marismeños grabaron el disco "Sonido andaluz" con su famosa rumba "Caramba, carambita". La parte final de "Entre dos aguas» recoge claramente esta melodía. No se sabe si fue antes el huevo o la gallina. Pero esto demuestra que Paco de Lucía estuvo abierto a todo para reconvertirlo al flamenco y tuvo un talento infinito. Cuando su representante, que por entonces era el periodista Jesús Quintero, escuchó aquella rumba lo tuvo claro. Batió todos los récords de ventas.





LOS PREMIOS DE PACO DE LUCÍA
El mayor premio que le pudo dar la vida fue el reconocimiento constante de su público, de sus compañeros de profesión, de su cuadrilla de amigos, de su familia e incluso de aquellos que, sin conocerle, habían oído hablar del genio español de la guitarra y habían tarareado su música.

Paco de Lucía recibió, entre otros muchos galardones, dos premios Grammy latinos por sus álbumes Cositas buenas (2004) y En vivo Conciertos España (2010), el Premio Nacional de Guitarra de Arte Flamenco, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1992), Hijo predilecto de la provincia de Cádiz (1997), Hijo predilecto de Algeciras (1998), la Medalla de Plata de Andalucía, la Distinción Honorífica de los Premios de la Música (2002), el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2004), Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz (2009) y por el Berklee College of Music (2010).


Considerado una de las principales figuras del flamenco actual, se le atribuye la responsabilidad de la reforma que llevó este arte a la escena musical internacional gracias a la inclusión de nuevos ritmos desde el jazz, la bossa nova y la música clásica. De este modo destacan sus colaboraciones con artistas internacionales como Carlos Santana, Al Di Meola o John McLaughlin, pero también con otras figuras del flamenco como Camarón de la Isla o Tomatito, con quienes modernizó el concepto de flamenco clásico.

A lo largo de su carrera grabó un total de 38 discos, incluyendo cinco antologías y cinco discos en directo, además de numerosas colaboraciones al toque de cantaores e intérpretes de numerosos estilos musicales.
 
Nosotros hemos querido rendir así un homenaje a un genio de la música española y de la música universal. Os recordamos también que podéis ver el video de nuestra canción "Que Baile el Papa" en Youtube... Hoy, como cada día, decimos...

¡ QUE BAILE EL PAPA!

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